ANGUSTIA EXISTENCIAL
La pobreza del alma
Crecí con preocupaciones
diversas; miedos, prejuicios, problemas… Temas que se imponían delante de mis
ocupaciones y me hacían perder la mira, el objetivo trazado. Muchas veces el objetivo siquiera llegaba a
esbozarlo. Ponía como objetivo resolver
los problemas que se me presentaban y así luchaba hasta el infinito contra
cuestiones que se repetían eternamente.
¡Claro!, el problema no era
mío, siempre estaba afuera y terminaba por invadirme. Cualquiera que escuchaba mis razones y conocía
aquello que me pasaba terminaba por darme la razón. “Pobrecito, decían algunos, ¡Todo lo que le
pasa!.”
Otros, los más
audaces, me decían “No te hagas drama, ¡hacé la tuya!”. ¡Qué fácil era para ellos decirlo!, si ellos
no tenían que vivir lo que yo vivía! ¿Y
el problema qué? ¿Lo olvido? Me preguntaba…
Por supuesto que la respuesta inmediata era abocarme de lleno al
problema.
Un día, una de esas personas
que dedican su vida a escuchar problemas y jamás te los resuelven me dijo: “Lo
que pasa es que a Ud. Le gustan los problemas”
¡Cómo me enojé! ¿Qué sabía ese infeliz de mi sufrimiento? Tantas sesiones escuchándome en silencio y
justo cuando pensé que me comprendía, justo cuando empezaba a confiar en él,
abre la boca y dice tamaña estupidez. ¿cómo me iban a gustar los problemas?
Suspendí la terapia de
inmediato como era de esperar. Nunca me
había ofendido tanto…. O tal vez sí… bueno, pero no viene al caso.
Me encontraba de pronto sin
terapia, nadando en un mar de dilemas, opiniones encontradas, callejones sin
salida, sin nadie con quien desahogarme…
En realidad nadie no, en esa época solía desgastar cualquier oreja que
se disponía a escucharme.
Pero no había caso, yo
hablaba y hablaba y el problema no se solucionaba. Nunca supe qué impresión causaba, una mezcla
de lastima, compasión y paciencia seguramente.
Tal vez con algunos identificación.
No faltaban los que, aprovechando la ocasión, contaban sus penas como si
estuviéramos compitiendo por el puesto de mejor infeliz.
Mis días transcurrían
insípidos, cómo río que no conduce a sitio alguno. Nada bueno acontecía en mi vida. Pero lo peor, lo que sólo después pude darme
cuenta, es que tampoco acontecía nada malo.
Ahí estaba la punta del ovillo.
EN MI VIDA NADA PASABA. Y esa
nada me consumía, me traspasaba, se infiltraba en lo más profundo de mi ser y
me hacía en vano cubrirla de cosas, aunque sean problemas.
Ponerle nombre a esa
angustia que la nada provocaba en mi me calmaba, prefería mil veces luchar
contra un problema inventado que verle la cara a la nada.
Hacerme mala sangre,
intentar resolver un problema imposible, postergar respuestas de preguntas
autoformuladas, renovar problemas cuando el tiempo los desgastaba y dejaba
desnuda mi maldita existencia, eran formas de no ver la nada.
Sin problemas yo era nada,
ni siquiera un ser inmundo. Pues los
seres inmundos al menos son. Yo en
cambio era nada. Y ser nada se me presentaba
como contradicción. ¿Cómo podía ser y al
mismo tiempo no ser? ¿Ser nada era no
ser?. Pensar la nada se me tornaba
imposible… Sin embargo, sentirla en lo
más profundo de mi existencia era más que posible.
Sólo hacia falta correr un
poco el problema de turno para volver a sentir la nada. Ser y tener la nada en mi interior se me
antojaba lo mismo. Nunca hubo
diferencias para mi. Si las hubo, en
cambio, a la hora de sentir o pensar la nada. ¡Eso sí que era distinto! Sentir la nada me enloquecía. Dejar mi existencia desnuda, sin problemas
que me vistan me angustiaba. ¡Al final
no estaba tan errado el terapeuta ese!
Los problemas me gustaban. Me
cubrían, ¿me protegían?
Entre la nada y el problema
ya no dudaba a la hora de elegir… y sin embargo, la nada subyacía a cualquier
problema. Siempre estaba en el fondo
cual piedra angular de mi ser. El edificio
de mi existencia había sido construido sobre la nada, y la nada no perdonaba
que la aplaste con todo mi ser. Se
presentificaba a cada momento. En el
recuerdo del rostro de mis fallecidos, en mis crisis de Fe religiosa, en mis
chistes, mis proyectos, en mi espejo. No
hay nada mas angustiante que un espejo,
sobre todo cuando se aprende a traspasar con la mirada lo absurdo de la
imagen para encontrarse cara a cara con el reflejo de la nada.
¿Cómo vivir con la nada
anidando dentro mío? ¿Cómo se hace para soportar y aceptar que la nada nos
predece y nos espera al final del camino?
¿Cómo aceptar DIOS MIO que la nada nos envuelva con su presencia en lo
más íntimo del ser? ¿Cómo negar su
existencia si siento la nada como un agujero en lo más profundo de mi alma?.
¿Cómo? DIOS TE LO RUEGO
¿Cómo se hace? ¿Es la Fe un don cómo dicen algunos? Tu sola existencia bastaría para negar esa
nada. Prefiero mil veces mil al diablo
que a la nada….
No es ya SER NADA lo que me
angustia, sino que TODO sea nada. Ahí está
el asunto.
Veo el mundo en todo su
esplendor, su inmensidad y majestuosidad, las diversas formas del ser que
pueblan el universo y sin embargo….
Alcanza con una mirada para ver también la nada detrás sonriéndome y
giñándome un ojo, recordándome que ese mundo no es más que la ilusión de un
instante. Un triste segundo en la
atemporalidad del universo, un tiempo contradictorio, un esfuerzo del ser por
arrebatarle su miserable existencia a la nada.
En la escala del ser, me
tocó ser humano, sexo masculino y Argentino.
La esperanza de vida hoy para los de mi raza apenas supera los 70 años y
sin embargo siempre pretendí vivir 100 años.
Eso no lo decido yo, lo que sí puedo decidir es cuándo partir, tengo en
mis manos la posibilidad de la muerte aunque siempre ella pueda ganarme de
mano. ¿Para qué querría morir si mi lucha es contra la nada?
Tal vez la nada sea solo una
palabra ¿Y si lo que promete la religión fuera cierto? ¿Y si un paraíso nos
espera? Hay DIOS mío que alegría sería
vivir eternamente aunque más no sea en el infierno condenado a sufrir. Superar así la nada ¡Qué lindo sería! Morir para seguir viviendo ¿Qué importa
cómo? Vivir sabiendo que TODO es eterno
sin que la nada se interponga.
Quizás sea esta la defensa
más eficaz que tengo por el momento contra la nada, dudar de ella me alivia, me
fortifica, me ayuda a respirar.
Jamás logré entender a
quienes dicen creer en la nada y estar tranquilos ¿Cómo pueden vivir así? ¿Será
que no tomaron conciencia realmente? ¿La habrán sentido anidando en su
ser? Se me antojan Hipócritas todos
ellos, se mienten a sí mismo para no sentir.
Aunque la nada sea real,
aunque el ser no sea más que un instante.
ESTE ES MI INSTANTE. HOY SOY. HOY
SOMOS y no somos cualquier cosa. Somos
la conciencia del mundo, somos la última evolución conocida en la escala del
ser. Pretendemos gobernar todo lo que
es, nos creemos con ese derecho (tal vez lo tengamos) Y sin embargo, nos está
costando demasiado. La inmensidad del
ser se escapa a nuestra diminuta conciencia.
Somos la conciencia del mundo ¡SI!, pero somos una conciencia dividida
en millones para un mundo inconciente…
Es muy tarde ya… Me siento mejor… aunque tengo la vista algo
cansada. ¿Esto es un cuento? Quién sabe…. No lo creo, en fin, ¡lo escrito, escrito está! ¡BUENAS NOCHES!
2 comentarios:
Y ya somos dos pensando en lo efimero del ser....y diria del estar, y en la nada que dejamos entrar con la ilusion de controlarla!!! Como si fuéramos humanos! Muy buena....reflexion?? Divagacion?
Somos mas de dos seguramente. .. gracias por comentar Anonimus!
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